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sábado, 28 de agosto de 2010

La Dormición de la Madre de Dios es la Pascua de la Virgen


Dormición de la Virgen, Rusia Novgorod
Magalí, una niña de seis años, me miró con sus ojitos de día lindo y me pidió: ¡contame cómo es que María se fue al Cielo! Era imposible no responder a tanta solicitud y tanto entusiasmo, que con una avidez precisa buscaba una respuesta inmediata…”La Madre de Dios extrañaba mucho a su Hijo Jesús que ya estaba resucitado en el Cielo. Él la vino a buscar porque también la extrañaba mucho. Y como quería darle un abrazo…se llevó su alma y, además, su cuerpo…para que ella estuviera resucitada con Él” le dije….”¿y que es ‘resucitada’? “…es estar como vos y como yo ahora…pero llena, llena de luz, para nunca más morir.” Su curiosidad parecía estar medianamente saciada y yo, salido del apuro, razonablemente conforme. Pero me quedé absorto en este misterio de Amor y Ternura divina, que asombra más allá de toda explicación.

De acuerdo al relato tradicional, la Madre de Dios recibió la visita del Arcángel Gabriel, que le anunció que Jesús estaba pronto a buscarla…Ella eligió – sigue el relato- ser en todo como su Hijo, y decidió gustar la muerte es decir la separación del cuerpo y del alma. Muerte en el sentido teológico es la consecuencia del pecado de Adán. Muerte –decimos- es la de Cristo porque aceptó la Muerte de Cruz para salvar a los pecadores: “Él se hizo pecado por nosotros” dice S. Pablo. Pero en Oriente llamamos dormición, al fallecimiento de los santos, porque se duermen en el Señor. Dormición por excelencia es la de la Virgen, ya que al estar exenta de la mancha original y al abstenerse de todo pecado y sombra de pecado, su partida había de ser conforme al plan original de Dios.


“Oh Apóstoles reunidos desde los confines aquí, en la villa de Getsemaní, tomad a vuestro cuidado mi cuerpo. Y Tú, Hijo mío y Dios mío, recibe mi espíritu”.

                                                                                             Exapostilario de la Fiesta

Por eso, ella fue resucitada en cuerpo y alma y así llevada al Cielo, para ocupar su puesto de pie, a la diestra del Rey de la Gloria (Sal. 42, 10).

Contemplando el santo ícono de la Fiesta de la Dormición de la Madre de Dios, me puse junto a las personas en él representadas, queriendo vivir ese momento glorioso: Los Apóstoles venidos de todos los rincones del mundo están llenos de una congoja admirada, los Ángeles que alaban expectantes, el Señor transido de ternura que baja glorioso hasta la Nutridora de su Corazón, la Corrupción que es echada a un lado…


“La muerte y el sepulcro no prevalecieron contra la Madre de Dios, que es infatigable en su oración y, con sus ruegos, esperanza infalible. Como era la Madre de la Vida, la trasladó a la Vida Aquel que habitó en su seno siempre virgen”.
                                                                                                                   Kondakio, tono 2º

…y fui regalado por el Señor con una esperanza infalible en la Resurrección futura de la que habremos de gozar en su Venida Gloriosa, y pude comprender que esta celebración es ante todo la Fiesta de la Esperanza, la esperanza de gozar junto al Señor que es Tierno y Compasivo, la esperanza en que toda lágrima al ser enjugada por Su mano, y todo dolor, darán paso al gozo.

Aquel día no le haremos más preguntas.

¡Señor, danos el arrepentimiento de los pecados, sálvanos y llévanos a tu Reino!

  



(Hieromonje Diego Flamini)