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jueves, 17 de noviembre de 2011

El arte ruso de la sagrada iconografía - Video: LA VIDA DE UN ICONO

La Revolución de 1917 significó una devastación del antiguo arte ruso de la iconografía, incluyendo la sagrada iconografía ortodoxa condenada a muerte por el ateísmo. Las representaciones sacrosantas tiradas en las calles soviéticas en los sesenta luego se empinaron a las subastas internacionales y hoy llegan a venderse en miles de dólares.

ИВАН ГЛАЗУНОВ - Ivan Glazunov

Este interesante video documental (publicado en Dailymotion)"La Vida de un Icono" revela parte de esta historia de la iconografía rusa, la piedad de los cristianos ortodoxos hacia los iconos sagrados,  un excelente panorama sobre la espiritualidad y realización de los mismos en una de las mejores escuelas de pintura de iconos, ubicada en la ciudad de Sergueiv Posad, a pocos kilómetros de Moscú, precisamente la "Escuela de pintura de iconos de la Academia Espiritual de Moscú" de la Lavra de la Santísima Trinidad y San Sergio; parte de la vida y experiencia de Ivan Glazunov, gran artista y profesor de la Academia de Pintura de Rusia, en la restauración de iconos antiguos y su grandes hallazgos, como así también otros restauradores de iconos de la Universidad de Humanidades Ortodoxa San Tijon, y la intensa actividad de los coleccionistas y restauradores de iconos en Rusia.
Se trata de un importantísimo material debido a que hay pocos documentales rusos sobre el tema traducidos al español.







Sobre la piedad eslava oriental hacia los iconos:


EL ESPLENDOR DE LOS ICONOS, por Tomás Spidlík.(1)

Interior Catedral de la Anunciación
Interior de la Catedral de la Anunciación del Kremlin, Rusia

Entre los occidentales, la garantía de la presencia de Dios en la Iglesia es, naturalmente, el sagrario en el que se guarda el Santísimo Sacramento. Los orientales, aunque conservan los dones eucarísticos, no han desarrollado el aspecto de la Adoración de Dios presente en las especies del pan y del vino. Ocupa un lugar mucho más significativo en su piedad la veneración de los iconos, que representan a Nuestro Señor Jesucristo, a la Madre de Dios, a los ángeles y a los Santos. A ellos se presta la misma veneración que a la Cruz o al Evangelio. Las tablas de madera recubren las paredes de las iglesias; son raras las estatuas, a diferencia de lo que se acostumbra en Occidente.

Los misterios de la vida de Jesús se hallan con mucha frecuencia representados en los muros de las iglesias. Esto obedece, sobre todo, a la finalidad didáctica de enseñar y de recordar a los fieles la historia sagrada. Bajo este punto de vista, la función del iconógrafo se parece a la del sacerdote. De hecho, se ha acudido frecuentemente a esta comparación. Así, por ejemplo, leemos en un Podlinnik (2): "El sagrado misterio de la representación iconográfica tuvo ya sus inicios entre los apóstoles...El sacerdote nos presenta el Cuerpo del Señor en los actos litúrgicos mediante la fuerza de su palabra..El pintor, a través de la imagen...".

Los iconos no se limitan a representar visiblemente una determinada persona o una escena del Evangelio, sino que tratan de expresar también de forma plástica las más difíciles verdades de la fe (cf. la conocidísima expresión de la Santísima Trinidad con la visión de Abraham en el Valle de Mambré). Y en cuanto tal, la tradición iconográfica viene asimismo considerada como fuente de revelación. Realizar un icono es obra religiosa, para la cual debe el pintor prepararse con ayunos y plegarias, poniendo agua bendita y reliquias en los colores, etc. Varios iconógrafos son venerados como santos. Pueden servir como ejemplo los dos clásicos de la pintura rusa, los monjes Andrei Rublev (+ 1430) y Dionisio (+ después de 1502). Esto explica el simbolismo iconográfico, no sólo en el asunto, sino también en los colores y las formas. Se ha formado así un "canon" iconográfico, que, todavía hoy, los viejos creyentes observan celosamente como una norma inseparable.

Pero el icono, en su verdadero sentido, significa para el fiel algo más que la mera pintura. La gracia de Dios se comunica a través de la representación sensible de Cristo y de los santos; es como una especie de aparición y, por ello se ora ante el icono de Cristo como si él mismo estuviera presente. El rito eclesiástico  para bendecir los iconos pone de relieve esta conexión entre la imagen y su prototipo. "En la conciencia de la Iglesia -dice L. Uspenskii (3)- la economía de la salvación se vincula orgánicamente con la imagen. La doctrina... de los iconos proviene de la doctrina de la salvación, con la cual se halla inseparablemente unida".

En este sentido, todo icono posee una virtud sobrenatural; pero sólo se consideran milagrosos aquellos en los que la gracia de Dios se ha hecho patente de manera especial. Existen numerosísimas imágenes de la Madre de Dios, por las que el pueblo siente arraigada devoción. "Me hallaba un día -recuerda I. Kireevskii- en la capilla (se trata aquí de la pequeña iglesia de la Madre de Dios Iverskaya, el más célebre santuario de la antigua Moscú), y miraba la milagrosa imagen de la Madre de Dios, reflexionando sobre la fe de los pequeñuelos, del pueblo que oraba a mi alrededor. Algunas mujeres y ancianos enfermos se arrodillaban, hacían la señal de la cruz y se inclinaban profundamente. También yo contemplaba los santos rasgos de aquel rostro y poco a poco se aclaraba el misterio de su milagrosa virtud. Sí, aquí no había únicamente una tabla de madera pintada...A lo largo de los siglos, el icono se había ido empapando del río apasionado de los movimientos de los corazones, de las plegarias de los desdichados. Sin duda, llenóse también de la fuerza que ahora brotaba de él. Se ha convertido en un órgano vivo, en un lugar de encuentro entre el Creador y los hombres...También yo caí de rodillas y recé devotamente" (4). Con el fin de ejercer un control eclesiástico y para evitar noticias falsas o sensacionalistas, el Santo Sínodo de Moscú ordenó en 1878 que todos los iconos, tanto los de las iglesias como los pertenecientes a personas privadas, fueran recogidos  y trasladados a la sacristía de la catedral siempre que adquirieran fama de milagrosos.

Se profesa también una veneración semejante a las reliquias de los santos. La Iglesia oriental ha reafirmado su posición a propósito de este culto en la "Respuesta de los patriarcas orientales a los luteranos" (5), en la cual se impone el anatema a quienes pretendan dar a las reliquias el culto que sólo se debe a Dios y, también, a quienes se niegan a venerar las reliquias como la Iglesia las venera. El profundo significado que ha tenido en la Iglesia rusa el culto de las reliquias se debe también al hecho de que la canonización oficial exigía la incorruptibilidad del cuerpo. El más famoso monasterio de Kiev, Pecherska Lavra, posee todavía hoy un riquísimo conjunto de reliquias de sus numerosos santos.

Desde el punto de vista dogmático, el culto a los iconos se apoya en las definiciones del séptimo concilio ecuménico (año 787) contra los iconoclastas. En el año 842, la Iglesia Griega celebró por vez primera la "Fiesta de la Ortodoxia", que se ha venido recordando hasta nuestros días en el primer domingo de Cuaresma. Se hace una procesión con los iconos, se leen los anatemas contra sus adversarios y se canta Vechmaia Pamiat (eterno recuerdo) a los defensores de los iconos. El Kondakio de la liturgia de este día dice: "El inefable Verbo del Padre se pintó a sí mismo al hacerse carne en tí, oh Madre de Dios. Restituyó la imagen mancillada (de Dios en el hombre) a su forma primitiva y la adornó con la divina belleza".

La veneración de los iconos ha encontrado también un campo muy fértil entre los eslavos desde un punto de vista psicológico. Los iconos se exponen no sólo en las iglesias, sino también en las casas particulares, en las calles, en las plazas, en los edificios públicos, en todas partes. La casa parecería vacía sin ellos. Cuando viaja, el fiel lleva consigo un icono, ante el cual reza sus oraciones. De su cuello pende la pequeña cruz que recibió en el bautismo. El icono le da el sentido de la presencia de Dios.

Se veneran los iconos encendiendo cirios delante de ellos. Durante las ceremonias de la Divina Liturgia, los fieles puestos de pie uno detrás de los otros, se pasan de mano en mano los cirios que se destinan a una u otra imagen. Las iglesias de la Rusia imperial necesitaban todos los años de tres a cuatro millones de libras de cera: ésta se consideraba tan indispensable para la devoción que, durante la primera guerra mundial, fue necesario pedir ayuda a los aliados ingleses para poder hacer frente a las exigencias del pueblo que oraba (6). Se recomienda que en la iglesia se tenga en la mano una vela encendida, "porque sostener una vela encendida no sólo significa la pureza de vida de aquellos que oran, sino también la luz de la gracia que irradia el misterio que se está realizando" (7).

De modo semejante, la incensación del altar, de las imágenes, de la iglesia y de todos los fieles, se considera de tanta importancia en el ámbito de la devoción que se practica en el interior del templo, que no se permite omitirla ni siquiera en las funciones simples, por ejemplo, durante las vísperas de los días feriales, cuando el sacerdtoe no se halla asistido por el diácono (8). Y así como en el convento existe una iglesia con su iconostasio, así también en cada casa y en cada habitación debe haber un pequeño santuario, llamado el hermoso rincón o rincón bello (Krasnyi ugol).

Krasnyi ugol (con iconos, imagenes de santos, cirios, cruz, Sagrada Escritura y reliquias)

Las instrucciones del Domostroi (un antiguo manual para la vida familiar) (9) son abundantes:

"Cómo adornar la propia casa con las imágenes y tenerla limpia y ordenada: El cristiano debe poner en todas las habitaciones de su casa, en las paredes, las santas y venerables imágenes pintadas por los iconos, preparando el lugar convenientemente con toda suerte de adornos y con candelabros, en los cuales se encienden las velas siempre que tiene lugar la alabanza divina, y se apagan después del canto. Póngase allí un pequeño baldaquino, no sólo para tener limpio el lugar, sino también como signo de veneración y de estima. Se les quitará el polvo con un paño limpio y se les bruñirá con una esponja suave. ¡Es preciso tener siempre limpia esta capillita y acercarse a las sagradas imágenes dignamente, con la conciencia pura!. Durante la alabanza divina, el canto santo y la oración, hay que encender las velas, incensar con olívano perfumado, alabando a Dios con oración y vigilia y con inclinaciones; es preciso venerar siempre las imágenes con lágrimas y llanto, y confesar los propios pecados con corazón contrito, suplicando el perdón" (Cap.8).

 Домострой - Primera página del Domostroi
El mismo Domostroi, en el capítulo 35, prescribe que se salude primero a las imágenes cuando se entra en una casa, y sólo después se dirija el visitante a los dueños de la misma. Esta devoción sigue observándose en la vida cotidiana. En este sentido resulta característico, por ejemplo, el pasaje de los Decabristas de L. N. Tolstoi. La anciana Tichonovna, mujer rústica, llega caminando a Moscú con el fin de pedir la gracia para su marido. Entra en los salones deslumbrada por aquel ambiente insólito, pero se rehace pronto y comienza a santiguarse repetidamente y a inclinarse ante el "sagrado rincón", luego ante los presentes.



En ese sagrado rincón se guardan celosamente los iconos familiares que pasan de padres a hijos, casi como signos visibles de la bendición paterna. Constituye un interesante rasgo folklórico el icono llamado "Medida del nacimiento", cuyo uso, muy antiguo se encuentra incluso en la familia imperial (10). Se trata de un icono que se encargó a un pintor en el día del nacimiento de un niño; la tabla de madera en que fue pintado tiene la misma longitud que el recién nacido.




Galería fotográfica de antiguos iconos rusos



Notas:

(1) Los grandes místicos rusos. Tomás Spídlik. Ed. Ciudad Nueva. 
Cf. T. Spidlik. P. MIquel, Icone en Dict. de spiritualité, VII, cols. 1224-1239 (cf. bibliografía).
(2) Manual de la iconografía religiosa, ed. por T. Bolshakov, Moscú, 1903.
(3) L. Uspenskii - V. Losskii, Der Sinn der Iconen, Berna, 1952, p.28
(4) Cf. N. Arseniev, Das heilige Moscú, op. cit., pp. 98 s.
(5) Traducción rusa realizada en Moscú en 1846.
(6) S. Hoare, Das vierte Siegel, Berlín, 1936, p.68.
(7) Manual de la pastoral rusa, Moscú 1899, p. 207.
(8) Ibíd., p. 106.
(9) Cf. cap. siguiente, nota 1, p. 313.
(10) Cf. I. Zabelin, Domashnyi byt russkich carei... (La vida privada de los zares rusos), Moscú, 1913, vol. II, p. 558.


viernes, 4 de noviembre de 2011

El Icono de la Madre de Dios de Kazán

KAZANSKAYA


Hoy se celebra en el rito bizantino la fiesta del Icono de la Madre de Dios de Kazán (liberación del año 1612), 22 de octubre según calendario juliano.

El 8 de julio hay también otra fiesta en el rito bizantino para este icono, y es el Hallazgo del Icono de la Madre de Dios de Kazán (año 1579), (21 de julio según calendario gregoriano).

El Icono de la Madre de Dios de Kazán es uno de los más venerados en Rusia, es también símbolo de unión entre Católicos y Ortodoxos.

Hay varias versiones sobre el origen del Icono de Kazán, pero todas coinciden en la rapidez con que la devoción se difundió en el país y cómo se conectó al destino de Rusia como nación. La imagen fue llevada por los generales a las batallas y se hizo conocida como la Kazanskaya, la “Protectora de Rusia”. Se convirtió en el símbolo ruso de la Victoria y la libertad.

Tiene sus orígenes en el siglo XVI, y está relacionado con muchos milagros. Fue sacado de Rusia en la segunda década del siglo XX escapando así de los comunistas quienes convirtieron la catedral de la Madre de Dios de Kazán en un museo.


HISTORIA DEL ICONO DE LA MADRE DE DIOS DE KAZÁN

Iglesia del Icono de la Madre de Dios de Kazán, Plaza Roja, Moscú, Rusia.

La ciudad de Kazán es la capital de Tataria y durante siglos, base de un poder no cristiano que sojuzgó la Rus’ durante muchos siglos.

El día 1º de Octubre de 1552, fiesta de la "Protección de la Virgen" (Pokrov), el ejército del Zar Ivan el Terrible toma por asalto los muros de la ciudad de Kazán, capital hasta ese momento del Reino Tártaro. El Zar, en acción de gracias por el triunfo obtenido, ordena construir un gran basílica en honor de la Madre de Dios, dedicándola al misterio de la Anunciación.
Inmediatamente después de la toma de la ciudad por las fuerzas del Principado de Moscú, una niña llamada Matrona, vio a la Madre de Dios en sueños que le pedía que fuese a una casa de las inmediaciones. Dicho sitio había sufrido un incendio, y entre sus ruinas la niña y su madre hallaron un pequeño ícono que representa a la Virgen María y al Niño Jesús (Hallazgo del icono, 1579). Tal fue la cantidad de prodigios que Dios obró para los que oraban ante la santa imagen que a lo largo del tiempo, dicho ícono llegó a ser considerado como signo de protección divina para todo el país, en especial para los peligros que llegaran del Oriente.


Trasportada luego del hallazgo de la niña hasta la Catedral de la Anunciación de Kazán, comienza a ser objeto de gran devoción religiosa, atribuyéndosele innumerables milagros como milagrosas curaciones de personas ciegas que acudían a rezar.

El 22 de octubre de 1594, por disposición del zar Feodorovich, quedó instituida para cada año la fiesta dedicada Nuestra Señora de Kazán, por la conquista de Moscú, que el zar atribuyó a la ayuda de Nuestra Señora.

Allí permaneció hasta alrededor del año 1612 (Liberación, 1612) cuando la imagen es transportada a la ciudad de Moscú.

En 1636, el príncipe Pozharski mandó construir la catedral de Kazán como homenaje a la Virgen, Sin embargo, ahí se instaló una copia porque la verdadera imagen fue conservada en Moscú desde la victoria rusa sobre los polacos. En 1821 la imagen original se mudó una vez más, esta vez a San Petersburgo donde fue instalada en la nueva Catedral de Kazán. Para esa época, el icono ya era muy popular y habían nueve copias “milagrosas” en todo el país.

La imagen fue llevada por los generales a las batallas y se hizo conocida como la Kazanskaya, la “Protectora de Rusia”. Se convirtió en el símbolo ruso de la victoria y la libertad.

Conocida como “La Liberadora y Protectora de la Santa Madre Rusia”, la imagen fue utilizada en todas las crisis nacionales.

En 1790 el Zar Pedro el Grande la invoca como "protectora y estandarte" en la batalla de Poltava, contra Carlos XII de Suecia. Después del triunfo ruso el icono es intronizado en la Catedral de Moscú y luego transferida a San Peterburgo y puesta en un santuario a ella dedicado.

Se la venera como la "Libertadora de Rusia", según el estandarte de las victorias contra Napoleón. El último acto político del Zar Nicolás II, en 1918, es consagrarle a su Imperio. Detenido algunos días después y, por órdenes de Trotski, ejecutado así como toda su familia.

Cuando los comunistas tomaron Rusia en 1917, casi inmediatamente se concentraron en el icono de Kazán como expresión del “alma” del pueblo ruso.

La gran Catedral de Nuestra Señora de Kazán en Petrogrado (luego Leningrado) fue convertida en un museo ateo y en el centro oficial del ateísmo militante en el mundo.

Durante la Guerra civil de los años 1917-20, la imagen fue evacuada del territorio ruso para evitar que los ateos la destruyeran. Una vez en Occidente fue adquirida por un coleccionista, quien después de un tiempo la vendió a una asociación católica que oraba especialmente por la conversión de Rusia. Luego fue donada a S. S. Juan Pablo II, que la devolvió a la Iglesia Ortodoxa. En lo más crudo de la 2ª Guerra Mundial, sucedió un hecho ampliamente documentado que ilustra la Protección de la Madre de Dios: un archimandrita ortodoxo del Líbano, Elías Karma, recibió un encargo de la Virgen. Rusia estaba perdiendo la Guerra por su ateísmo y odio a la Religión. Si ellos se abstenían de perseguir la religión y llevaban procesionalmente su imagen de Kazán en el frente, la victoria les sería concedida. Contra toda esperanza humana, este dignatario llegó hasta el mismo Stalin, que aceptó la idea, dando un respiro a la Iglesia, y haciendo todo cuanto le fuera dicho. En muy poco tiempo la amenaza fascista tuvo que retroceder , y la guerra cambió su curso. No fueron pocos los que testimoniaron el súbito cese de funcionamiento en las armas del enemigo, la presencia luminosa de la Madre de Dios.

                         (Documental ruso sobre la Kazanskaya)


EL ICONO DE LA MADRE DE DIOS DE KAZÁN


ICONO ORIGINAL DE LA MADRE DE DIOS DE KAZÁN

El icono milagroso de la Madre de Dios de Kazán tiene la mirada triste de las Vírgenes rusas que abrazan tiernamente al Niño Jesús contra su pecho. Tenía reputación de devolverle la vista a los ciegos que le ofrecían, agradecidos, esmeraldas enteramente puras.

El ícono de Nuestra Señora de Kazán, de tradicional estilo greco-bizantino, habría sido pintado, según los expertos, en Constantinopla durante el siglo XIII.

La obra sagrada presenta la imagen de medio cuerpo de la Santísima Virgen sosteniendo al Niño Jesús sobre sus rodillas, quien esta cuasi de pie y en actitud de bendecir a su madre, hacia quien levanta su mano derecha.

El icono esta recubierto con una lámina de plata que cubre la figura y las vestimentas, dejando solamente visible los rostros de la Madre y el Hijo. Bajo esta cubierta el diseño y los colores se conservan perfectamente, lo que lleva a considerárselo no solamente una pieza de altísimo valor religioso, sino también una verdadera obra de arte. La lámina que recubre la imagen data del siglo XVII y contiene incrustaciones de diamantes, esmeraldas, rubíes, zafiros y perlas, la mayor parte de los cuales fueron agregados por diversos donadores que de este modo quisieron expresar su devoción a la Sagrada Imagen.



                               (Breve meditación con el icono)


DE CÓMO EL ICONO FUE DEVUELTO POR JUAN PABLO II A LA IGLESIA ORTODOXA RUSA


Como vimos, después de casi sesenta años reapareció en una exposición de arte en Estados Unidos. El precio exigido es de U$S 500.000, extravagante para la época.

Entonces los ortodoxos comenzaron a recolectar dinero para recuperar al Icono pero en dos ocasiones, sus fondos fueron robados. En 1970 fue puesto a la venta de nuevo en una subasta abierta cuando el “Blue Army of Our Lady” (Ejército Azul de Nuestra Señora), una organización católica estadounidense, lo adquirió y llevó a Fátima, Portugal, con un propósito noble: después que se cumpla la conversión de Rusia –anunciada por la Virgen a los tres pastorcitos– la imagen sería devuelta a ese país.

El Blue Army construyó una pequeña capilla en Fátima donde se conservó el icono hasta 1993, año en que es entregado a Juan Pablo II y transferido a los apartamentos papales, donde se convirtió en una de las devociones personales del Santo Padre.

Luego, Juan Pablo II le encarga al Cardenal Walter Kasper, Presidente del Concejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, entregárselo a los Rusos en la fiesta de la Dormición de la Virgen, donde la liturgia ortodoxa se despliega en el marco grandioso de la Catedral de la Dormición del Kremlin.

El 28 de agosto de 2004 Juan Pablo II devolvió el icono a Rusia en la persona del Patriarca Alexis II.

En esa ocasión, el Patriarca Alexis II le agradece al Papa "de todo corazón", "este hecho es una contribución común para superar las consecuencias negativas de la historia del siglo XX, marcado por la persecución sin precedentes contra la fe en Cristo".


ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II AL DESPEDIRSE DEL ICONO DE LA MADRE DE DIOS DE KAZÁN



Gloriosa Madre de Jesús, que avanzas ante el pueblo de Dios en los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo (Cf. «Lumen gentium», 63), ¡Bendita seas!

Te llaman bienaventurada todas las generaciones porque ha hecho en tu favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre (Cf. Lucas 1, 48-49).

Bendita seas y honrada, Madre, en tu Icono de Kazán, en el que desde hace siglos estás rodeada por la veneración y el amor de los fieles ortodoxos, convirtiéndote en protectora y testigo de las obras particulares de Dios en la historia del pueblo ruso, muy querido por todos nosotros.

La Providencia divina, que tiene la fuerza de vencer al mal y de sacar el bien incluso de las malas obras de los hombres, hizo que tu santo icono, desaparecido en tiempos lejanos, volviera a aparecer en el santuario de Fátima, en Portugal. Sucesivamente, por voluntad de personas que te tienen devoción, fue acogido en la casa del sucesor de Pedro.

Madre del pueblo ortodoxo, la presencia en Roma de tu santa imagen de Kazán nos habla de una unidad profunda entre Oriente y Occidente, que permanece a pesar de las divisiones históricas y de los errores de los hombres.
Te elevamos ahora con especial intensidad nuestra oración, Virgen, mientras nos despedimos de esta sugerente imagen tuya.
Con el corazón, te acompañaremos por el camino que te llevará hacia la santa Rusia.
Acoge la alabanza y el honor que te rinde el pueblo de Dios que está en Roma.

Bendita entre todas las mujeres, al venerar tu icono en esta ciudad, marcada por la sangre de los apóstoles Pedro y Pablo, el obispo de Roma se une espiritualmente a su hermano en el ministerio episcopal, que preside como patriarca la Iglesia ortodoxa rusa.
Y te pide, Madre Santa, que intercedas para que apresure el momento de la plena unidad entre Oriente y Occidente, de la plena comunión entre todos los cristianos.

¡Virgen gloriosa y bendita, señora, abogada y consoladora nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, preséntanos a tu Hijo! Amén.

Entrega al Cardenal Kasper

MENSAJE DEL SANTO PADRE AL PATRIARCA DE MOSCÚ

Patriarca Alexis II

A Su Santidad Alexis II
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias

Tras un largo período de pruebas y sufrimientos soportados por la Iglesia ortodoxa rusa y por el pueblo ruso en el siglo pasado, el Señor de la historia, que dispone todas las cosas de acuerdo con su voluntad, nos otorga hoy un gozo y una esperanza común con el regreso del Icono de la Madre de Dios de Kazán a su tierra natal.

En la alegría y en los sentimientos de comunión que siempre he tenido, junto a mis Predecesores que siempre se preocuparon por el pueblo ruso, me alegro de que Su Santidad reciba hoy a la delegación que le he enviado. Encabezada por los cardenales Walter Kasper y Theodore Edgar McCarrick, se ha encargado a la delegación entregarle a usted este sagrado icono, tan estrechamente unido a la fe y a la historia de los cristianos en Rusia.

Por un misterioso proyecto de la Divina Providencia, durante los largos años de su peregrinación la Madre de Dios en su sagrado Icono conocido como «Kazanskaya» ha reunido en torno a Ella a los fieles ortodoxos y a sus hermanos católicos de otras partes del mundo, quienes fervientemente han orado por la Iglesia y el pueblo que Ella ha protegido a lo largo de los siglos. Más recientemente, la Divina Providencia ha hecho posible que el pueblo y la Iglesia en Rusia recuperara su libertad y que el muro que separaba Europa del Este de Europa occidental cayera. A pesar de la división que tristemente persiste aún entre cristianos, este sagrado icono aparece como un símbolo de la unidad de los seguidores del unigénito Hijo de Dios, el Único al que Ella misma nos conduce.

El obispo de Roma ha orado ante este sagrado Icono pidiendo que llegue el día en que todos nosotros estemos unidos y seamos capaces de proclamar al mundo, con una sola voz y en visible comunión, la salvación de nuestro único Señor y su triunfo sobre el mal y las fuerzas impías que buscan dañar nuestra fe y nuestro testimonio de unidad.

Hoy me uno a usted en oración, querido hermano, junto a los obispos de la Iglesia ortodoxa rusa, a los sacerdotes, monjes y monjas y al pueblo de Dios en la tierra de Rusia. Unidos en esta oración están todos los hijos e hijas de la Iglesia católica en su profunda devoción y veneración a la Santa Madre de Dios. Que esta venerable imagen nos conduzca en el camino del Evangelio tras las huellas de Cristo, protegiendo al pueblo al que ahora Ella regresa y a toda la humanidad. Que la Santa Madre de Dios vuelva su mirada materna hacia los hombres y las mujeres de nuestro tiempo; que Ella ayude a los creyentes a no apartarse del camino que Dios ha puesto ante ellos: la
proclamación de Jesucristo, «el Camino, la Verdad y la Vida», y un valiente testimonio de su fe ante la sociedad y ante todas las naciones. Hoy oramos con confianza a la Santísima Virgen, sabiendo que Ella implora para nosotros y para todas las naciones el don de la paz.

Con estos sentimientos de caridad, en el gozo del acontecimiento que hoy celebramos, y con los ojos elevados a la Santa Madre de Dios, intercambio con Su Santidad un beso fraterno en nuestro Señor.

Desde el Vaticano, 25 de agosto de 2004
JUAN PABLO II





(Oración del Icono de la Madre de Dios de Kazán de la Iglesia Ortodoxa)




Notas:

Para redactar esta entrada se utilizó material de la página web revista Miriam