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martes, 21 de septiembre de 2010

Natividad de la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María

Icono de la Natividad de la Virgen
Hoy se celebra en el oriente cristiano (8 de septiembre segun el calendario juliano), la Natividad de Nuestra Santísima Soberana, la Madre de Dios y Siempre Virgen María.

Su nacimiento se celebra en la Iglesia como un día de gozo universal. En el límite entre ambos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo, acaeció el nacimiento de la Predilecta por la Divina Providencia desde antes de todas las edades, para que en ella se hiciera realidad el Misterio de la Encarnación del Verbo de Dios, y fuera revelada como Madre del Salvador del mundo, Nuestro Señor Jesucristo. 

La Santísima Virgen nació en el pequeño pueblo de Nazaret, en Galilea. Los padres fueron los justos Joaquín, de la tribu del rey y profeta David, y Ana, de la tribu de Aarón. La pareja no contaba con hijos, ya que Ana sufría de esterilidad. Habiendo alcanzado una avanzada edad, Joaquín y Ana no habían perdido las esperanzas en la misericordia de Dios. Ellos tenían una fe robusta porque sabían que para Dios nada es imposible, y que Él podría solucionar la esterilidad de Ana, aún en su avanzada edad, ya que lo había hecho por Sara, esposa del patriarca Abrahán.

San Joaquín y santa Ana hicieron voto de dedicar al servicio de Dios en el Templo de Jerusalén la criatura que Él les hubiera de conceder. El Señor cumplió las esperanzas de los piadosos esposos. El Arcángel Gabriel les trajo a los esposos el gozoso anuncio: Dios había oído sus oraciones, y de ellos nacería, una hija muy bienaventurada, María, por quien habría de venir la salvación al mundo.

La Santísima Virgen María, por su propia dignidad sobrepasa no solo a todo ser humano, sino incluso a los ángeles; Ella es el Templo Viviente de Dios, tal como canta la iglesia en algunos de sus versos festivos:

“La Puerta del Cielo, que introduce a Cristo al mundo para la salvación de nuestras almas” (2da Stijira del "Señor, a ti he clamado", Tono 6º). 

El Nacimiento de la Madre de Dios marca el cambio de los tiempos, en el que las enormes y consoladoras promesas divinas comenzarían a cumplirse con respecto a la salvación de la raza humana, para librarla de la esclavitud del Diablo.Este evento ha traído sobre la Tierra la Gracia del Reino de Dios, Reino de la Verdad, piedad, virtud y Vida eterna. Nuestra Madre, Primogénita de Toda la Creación, es revelada a nosotros por la Gracia como intercesora misericordiosa y Madre, a la que acudimos con prontitud y devoción y cariño filial.


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